En las últimas semanas por distintos motivos los más jóvenes ocuparon un lugar relevante en la conversación pública. Los resultados del trabajo de Daniel Hernandez y Rodrigo Zarazaga sobre “La narrativa rota del ascenso social” sobre las expectativas de los jóvenes de barrios populares que realizaron en el CIAS (Centro de Investigación y Acción Social) y publicaron junto a FUNDAR conmueven y llaman a la reflexión.
Es interesante el foco que los investigadores ponen en “las narrativas”, a las que definen como el relato que los jóvenes construyen para dar sentido a experiencias previas y proyectar lo que esperan o consideran posible para su futuro. De este modo identifican una “narrativa tradicional”, una “narrativa minimalista” y la tercera, “una narrativa de presente”.
Existe una creencia extendida de que el ascenso social depende principalmente del esfuerzo personal y el mérito. Esta idea, que ha sido promovida en distintos momentos de la historia argentina, sostiene que quienes trabajan duro y se esfuerzan pueden mejorar su situación económica, sin importar su punto de partida. El estudio demuestra que esta narrativa no se corresponde con la realidad actual. La movilidad social está cada vez más condicionada por factores estructurales como el nivel educativo de los padres, la estabilidad del empleo y el acceso a redes sociales que faciliten oportunidades.
Esto se refleja en la creencia sobre las posibilidades de la movilidad social entre los jóvenes de barrios populares: el 40% de ellos sigue relatando su vida a partir de ella, sin embargo, expresan serias dudas sobre sus posibilidades de realizarla; en el medio, el 20% reduce sus aspiraciones al mínimo; y otro 40% las abandona (”yo ya no tengo futuro”) y vive instalado en el presente. Aunque la narrativa de la movilidad social ascendente mediante el esfuerzo en el estudio y en el trabajo sigue vigentes sólo para un grupo de jóvenes, e incluso a estos les resulta difícil sostenerla dadas las oportunidades y recursos efectivamente disponibles.
La erosión o el abandono de la narrativa tradicional tiene por lo menos dos explicaciones visibles. Por un lado, la falta de oportunidades. Los jóvenes advierten que, a su alrededor, son pocos quienes han logrado las aspiraciones que tenían. Por otro lado, la falta de recursos para sostener la viabilidad de dicha narrativa. Las prácticas familiares, escolares y de sociabilidad, que deberían proporcionar los recursos para forjar sus aspiraciones, terminan limitándolas.
En relación a las diferencias de género, el informe menciona que las mujeres enfrentan mayores obstáculos para ascender socialmente, debido a la persistente división sexual del trabajo. Esto se traduce en una sobrecarga de tareas de cuidado y una menor participación en el mercado laboral formal. Dificultades en el acceso a empleos de calidad, la segregación ocupacional y la brecha salarial son factores que limitan su ascenso social y de la misma manera la maternidad y el trabajo doméstico no remunerado afectan significativamente las trayectorias laborales de las mujeres.
